“Esto no es como vender helados”. La frase es del Dr. Marco Pelosi III, uno de los máximos referentes mundiales en cosmetoginecología y fundador junto a su padre de la Sociedad Internacional de Cosmetoginecología (ISCG).
De esta forma tan gráfica el especialista se refirió al imperativo ético de formarse adecuadamente antes de ofrecer –mucho menos practicar- cualquier tratamiento no quirúrgico a las pacientes.
Esta fue la tesis principal que desarrolló durante una charla reflexiva que sostuvo junto a la Dra. Maryory Gómez.
En el artículo de hoy veremos el origen de estas malas prácticas y las pondremos en contexto para luego explicar por qué ocurren y cómo se pueden proteger las pacientes frente a “médicos” inescrupulosos.
Antecedentes
Cuando se empezó a acuñar el término de ginecología estética, en 1996, solo se utilizaba con fines de corrección funcional por parte de especialistas altamente capacitados en la materia.
Como en toda profesión, empezaron a surgir innovadores que, a pesar de las resistencias iniciales, vieron en estas herramientas un gran potencial para resolver problemas o disfunciones sin necesidad de cirugía.
Fue cuando nació el concepto de tratamientos no quirúrgicos que no necesariamente eran sugeridos ni ejecutados por profesionales de la cirugía o la ginecología.
Tuvimos entonces una proliferación de supuestos médicos que, sin ser ginecólogos, trataban problemas ginecológicos o que, aun siendo especialistas, carecían de formación en la materia “Armas en manos de niños”, según lo calificó el Dr. Pelosi.
Esto significó, por obvias razones, un gran problema no solo para el gremio de los médicos, sino también para las mismas pacientes que, sin saberlo, podrían estar poniendo en riesgo su salud.
A ello debemos aunar la práctica nociva de mujeres que creen poder autodiagnosticarse con solo ingresar al buscador de Google y acceden a someterse a costosos tratamientos que no les resuelven el problema o las dejan igual o peor.
¿Qué está pasando? ¿Por qué hay “médicos” que incurren en este tipo de conductas antiéticas e incluso ilícitas? Y, lo más importante, ¿cómo pueden las pacientes evitar ser víctimas de estos impostores? Lo veremos en la segunda parte de este artículo sobre reflexiones éticas de la ginecología estética.
Fuente: Conferencias 2.0 Dr. Marco Pelosi III, líder mundial en Cosmetoginecología y cofundador de la Sociedad Internacional de Cosmetoginecología (ISCG).